Buenas tardes a tod@s. Lo primero pediros disculpas por no
haber escrito en todo este tiempo, pero cuando uno se adapta a un país la vida
se empieza a contemplar con normalidad y se esfuma esa necesidad de trasmitir y
explicar. Hace poco estuve hablando con un amigo sobre este pensamiento y es un
poco triste. Si lo pensáis bien, a todos nos pasa, comenzamos algo nuevo y poco a poco deja de ser una sorpresa y sin
darte cuenta estás de nuevo viviendo un “día a día”. Hace unos meses, cuando la
abuela nos dio un pequeño susto prometí no quejarme nunca más de la monotonía.
Pues ahora estando en aquí, añado: prometo no quejarme nunca más de la
monotonía ni permitir que mi vida se convierta en una monotonía. Después de
este pequeño discurso a lo Pasonaria, os voy a contar un poquito de estos meses
e intentando no aburriros mucho.
Llegó Junio y con este mes nuevos acontecimientos. Mis
padres aterrizaron en Finlandia. Durante una semana estuvieron aquí conmigo,
paseando por las mismas calles por las que voy yo a trabajar, conociendo los
parques donde me gusta ir a correr o caminar, sentándose en las cafeterías
donde nos vamos a desconectar un poco y conociendo a amigos y compañeros por
estas tierras. Una sensación un poco rara, pues siempre he sido yo la que ha
hecho la visita a casa de papá y mamá, pero no al revés. Pero durante su
estancia disfrutaron conociendo un nuevo país, las peculiaridades de esta
cultura nórdica, visitamos Helsinki y Turku y sobre todo creo que se sintieron
felices al ver cómo estoy y ese miedo que siempre tienen los padres cuando
estamos fuera de casa, desapareció.
En este mismo mes, Stéphanie y yo tuvimos un campamento de
cuatro días. ¿Recordáis las típicas películas, normalmente americanas, de
campamentos? Pues esa misma imagen que os viene a la cabeza es donde nosotras
estuvimos. Cabañas de madera en medio del bosque, con sauna particular al lado
de un lago exclusivo para nosotros, con sus respectivas canoas, hogueras en las
que asar salchichas y nubes de algodón, etc. Un lugar increíble y donde
aportamos nuestro pequeño granito de arena llevando a cabo algunas actividades
y juegos.
¡Y en Julio llegaron nuestras vacaciones! Teníamos por
delante doce días en los cuales Stéphanie y yo teníamos claro que queríamos
disfrutar al máximo. Y qué mejor que coger un barco e irnos a San Petersburgo.
En esta aventura, también contamos con la compañía de Jessica, otra voluntaria
española y muy buena amiga. Reconociendo mi cierta ignorancia, estaba un poco
nerviosa porque no sabía con lo que nos íbamos a encontrar... ¡Nos íbamos a
Rusia! Una vez el barco llegó a su puerto, unos minibuses nos esperaban a toda
esa oleada de turistas que llegábamos y a cual más variopinto. Nada más poner
un pie en tierra, comenzaron las anécdotas. Con anterioridad ya me habían
preguntado en una ocasión si yo era rusa. Pensaréis, claro María, normal que te
lo pregunten, con tu melena rubia como los ángeles y esos ojos azules que
tienes!! Es lo más normal! Bueno pues para mi sorpresa, nada más llegar a
territorio ruso, tocó el turno de esperar en unas largas colas para que nos
sellaran el visado. En ese momento veo que una mujer de seguridad comienza a
hablar con otro chico, también del orden, y me miran. Yo pensando, ya me ha
tocado a mí el registro, ¡seguro! El chico se acerca, me pregunta muy
amablemente que qué tal estoy, y yo con mi cara de: hola, podemos ser amigos,
pero no me hagas el registro… le respondo que muy bien jajaja, ¡qué se supone
que hay que responder en esos casos! El susodicho comienza a hablarnos en un ingles
un tanto peculiar que no llegamos a entender y tras concentrarnos en sus
palabras, Jessica llega a la conclusión de que me está diciendo que por qué
estoy esperando mi turno de sellado, si yo no tengo que esperar. Imaginad mi
cara: me estas diciendo que no tengo que esperar, porque estás pensando que soy
rusa??!! Jajaja finalmente le dijimos que éramos españolas y le tuve que
enseñar mi pasaporte para que el muchacho se lo terminase de creer.
San Petersburgo ha sido sin duda una de las ciudades más bonitas
que he podido visitar. Creo que también este sentimiento se ve reforzado por el
desconocimiento que tenía antes de mi llegada. ¿Recordáis la famosa metáfora de
las capas de la cebolla? En el trayecto en uno de esos minibuses hacia el
centro de la ciudad ves grandes bloques de casas, grises, con rejas en las
ventanas, con un aspecto un tanto triste, coches que seguramente van
desmontándose y perdiendo piezas cada vez que son conducidos… pero, tras esas
capas, aparece una ciudad totalmente diferente, colorida, con grandes
edificios, calles unidas por puentes en los cuales merece la pena parar y
observar los canales, los barcos que pasean continuamente llenos de turistas y
voces que salen de amplificadores, un tanto molestas, que explican a esa
multitud de personas lo que están viendo a través de sus cámaras fotográficas. Y
allí estábamos nosotras, acompañadas de un estupendo sol, caminando por esas
calles de nombres indescifrables, dando mil vueltas al mapa para ver algo que
se pareciese a lo que veíamos en las señales indicativas, disfrutando de su
música y su cultura en un lugar privilegiado como el Museo del Hermitage. Pero
quiero haceros una pequeña reflexión. Tanto en Finlandia, como en esta ocasión
en Rusia, me he dado cuenta de la importancia que le dan a sus raíces
culturales, de ese sentimiento patriótico que en otros países no se hace tan
evidente. Digo esto, pues siendo una ciudad que acoge a multitud de turistas,
la mayor dificultad que pudimos tener fue el idioma. En esos barcos turísticos
que te pasean por los canales de las ciudades, en su mayoría, era en ruso. En
otras ocasiones aquí en Finlandia he tenido la misma percepción: trabajan para
ellos, para su propio bienestar. Y pienso, ¿tal vez la solución en algunas
ocasiones es ser un poco egoísta? Es posible.
Sin duda fueron unos días para disfrutar, reírnos, caminar y
descubrir una nueva ciudad repleta de actividad en todas sus calles. Tuvimos
tiempo de encontrarnos con un español, casado con una brasileña, y parar para
ayudarnos a situarnos en el mapa, hablar con ellos de su viaje, de nuestros
planes…Poner cara de buenas para que con nuestros carnets de estudiantes nos
dejasen entrar gratis en los museos, regatear el precio de las Matrioskas,etc.
Bueno pues esto es uno de los capítulos de estos meses. Ha
ciertas personas, les he prometido escribir este fin de semana dos entradas. Asíque
me reservo más viajes e información para mañana!
Joooo María, que bien lo pasas!!!!.. Tenes que disfrutarlo por todos nosotros que no podemos tener ese tipo de aventuras.... Que te siga yendo todo mu bien, un abrazo!!!!!
ResponderEliminarH.D.G.A
María sigue contándonos tus grandes experiencias! Vívelas intensamente y haznos sentirlas a tus lectores.
EliminarAtt.: Yesica Romero
Yesica, ¡qué alegría leerte aquí! así lo seguiré haciendo y espero que disfruteis! un beso
EliminarMuchas gracias!!!!!
ResponderEliminar