sábado, 3 de agosto de 2013

Vuela la vida es una y vuela!

Buenas tardes a tod@s. Lo primero pediros disculpas por no haber escrito en todo este tiempo, pero cuando uno se adapta a un país la vida se empieza a contemplar con normalidad y se esfuma esa necesidad de trasmitir y explicar. Hace poco estuve hablando con un amigo sobre este pensamiento y es un poco triste. Si lo pensáis bien, a todos nos pasa, comenzamos algo nuevo y  poco a poco deja de ser una sorpresa y sin darte cuenta estás de nuevo viviendo un “día a día”. Hace unos meses, cuando la abuela nos dio un pequeño susto prometí no quejarme nunca más de la monotonía. Pues ahora estando en aquí, añado: prometo no quejarme nunca más de la monotonía ni permitir que mi vida se convierta en una monotonía. Después de este pequeño discurso a lo Pasonaria, os voy a contar un poquito de estos meses e intentando no aburriros mucho.

 
Llegó Junio y con este mes nuevos acontecimientos. Mis padres aterrizaron en Finlandia. Durante una semana estuvieron aquí conmigo, paseando por las mismas calles por las que voy yo a trabajar, conociendo los parques donde me gusta ir a correr o caminar, sentándose en las cafeterías donde nos vamos a desconectar un poco y conociendo a amigos y compañeros por estas tierras. Una sensación un poco rara, pues siempre he sido yo la que ha hecho la visita a casa de papá y mamá, pero no al revés. Pero durante su estancia disfrutaron conociendo un nuevo país, las peculiaridades de esta cultura nórdica, visitamos Helsinki y Turku y sobre todo creo que se sintieron felices al ver cómo estoy y ese miedo que siempre tienen los padres cuando estamos fuera de casa, desapareció.  

En este mismo mes, Stéphanie y yo tuvimos un campamento de cuatro días. ¿Recordáis las típicas películas, normalmente americanas, de campamentos? Pues esa misma imagen que os viene a la cabeza es donde nosotras estuvimos. Cabañas de madera en medio del bosque, con sauna particular al lado de un lago exclusivo para nosotros, con sus respectivas canoas, hogueras en las que asar salchichas y nubes de algodón, etc. Un lugar increíble y donde aportamos nuestro pequeño granito de arena llevando a cabo algunas actividades y juegos.

¡Y en Julio llegaron nuestras vacaciones! Teníamos por delante doce días en los cuales Stéphanie y yo teníamos claro que queríamos disfrutar al máximo. Y qué mejor que coger un barco e irnos a San Petersburgo. En esta aventura, también contamos con la compañía de Jessica, otra voluntaria española y muy buena amiga. Reconociendo mi cierta ignorancia, estaba un poco nerviosa porque no sabía con lo que nos íbamos a encontrar... ¡Nos íbamos a Rusia! Una vez el barco llegó a su puerto, unos minibuses nos esperaban a toda esa oleada de turistas que llegábamos y a cual más variopinto. Nada más poner un pie en tierra, comenzaron las anécdotas. Con anterioridad ya me habían preguntado en una ocasión si yo era rusa. Pensaréis, claro María, normal que te lo pregunten, con tu melena rubia como los ángeles y esos ojos azules que tienes!! Es lo más normal! Bueno pues para mi sorpresa, nada más llegar a territorio ruso, tocó el turno de esperar en unas largas colas para que nos sellaran el visado. En ese momento veo que una mujer de seguridad comienza a hablar con otro chico, también del orden, y me miran. Yo pensando, ya me ha tocado a mí el registro, ¡seguro! El chico se acerca, me pregunta muy amablemente que qué tal estoy, y yo con mi cara de: hola, podemos ser amigos, pero no me hagas el registro… le respondo que muy bien jajaja, ¡qué se supone que hay que responder en esos casos! El susodicho comienza a hablarnos en un ingles un tanto peculiar que no llegamos a entender y tras concentrarnos en sus palabras, Jessica llega a la conclusión de que me está diciendo que por qué estoy esperando mi turno de sellado, si yo no tengo que esperar. Imaginad mi cara: me estas diciendo que no tengo que esperar, porque estás pensando que soy rusa??!! Jajaja finalmente le dijimos que éramos españolas y le tuve que enseñar mi pasaporte para que el muchacho se lo terminase de creer.

San Petersburgo ha sido sin duda una de las ciudades más bonitas que he podido visitar. Creo que también este sentimiento se ve reforzado por el desconocimiento que tenía antes de mi llegada. ¿Recordáis la famosa metáfora de las capas de la cebolla? En el trayecto en uno de esos minibuses hacia el centro de la ciudad ves grandes bloques de casas, grises, con rejas en las ventanas, con un aspecto un tanto triste, coches que seguramente van desmontándose y perdiendo piezas cada vez que son conducidos… pero, tras esas capas, aparece una ciudad totalmente diferente, colorida, con grandes edificios, calles unidas por puentes en los cuales merece la pena parar y observar los canales, los barcos que pasean continuamente llenos de turistas y voces que salen de amplificadores, un tanto molestas, que explican a esa multitud de personas lo que están viendo a través de sus cámaras fotográficas. Y allí estábamos nosotras, acompañadas de un estupendo sol, caminando por esas calles de nombres indescifrables, dando mil vueltas al mapa para ver algo que se pareciese a lo que veíamos en las señales indicativas, disfrutando de su música y su cultura en un lugar privilegiado como el Museo del Hermitage. Pero quiero haceros una pequeña reflexión. Tanto en Finlandia, como en esta ocasión en Rusia, me he dado cuenta de la importancia que le dan a sus raíces culturales, de ese sentimiento patriótico que en otros países no se hace tan evidente. Digo esto, pues siendo una ciudad que acoge a multitud de turistas, la mayor dificultad que pudimos tener fue el idioma. En esos barcos turísticos que te pasean por los canales de las ciudades, en su mayoría, era en ruso. En otras ocasiones aquí en Finlandia he tenido la misma percepción: trabajan para ellos, para su propio bienestar. Y pienso, ¿tal vez la solución en algunas ocasiones es ser un poco egoísta? Es posible.
 
Sin duda fueron unos días para disfrutar, reírnos, caminar y descubrir una nueva ciudad repleta de actividad en todas sus calles. Tuvimos tiempo de encontrarnos con un español, casado con una brasileña, y parar para ayudarnos a situarnos en el mapa, hablar con ellos de su viaje, de nuestros planes…Poner cara de buenas para que con nuestros carnets de estudiantes nos dejasen entrar gratis en los museos, regatear el precio de las Matrioskas,etc.




Bueno pues esto es uno de los capítulos de estos meses. Ha ciertas personas, les he prometido escribir este fin de semana dos entradas. Asíque me reservo más viajes e información para mañana! 



4 comentarios:

  1. Joooo María, que bien lo pasas!!!!.. Tenes que disfrutarlo por todos nosotros que no podemos tener ese tipo de aventuras.... Que te siga yendo todo mu bien, un abrazo!!!!!

    H.D.G.A

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. María sigue contándonos tus grandes experiencias! Vívelas intensamente y haznos sentirlas a tus lectores.
      Att.: Yesica Romero

      Eliminar
    2. Yesica, ¡qué alegría leerte aquí! así lo seguiré haciendo y espero que disfruteis! un beso

      Eliminar