Buenas
noches a todos ¿Cómo estáis? Aprovechad de los rayitos de sol que van quedando,
que poco a poco se acerca el otoño y el frío. ¡Qué la subida de IVA no nos
prive de los pequeños lujos que no se pagan con dinero!
Sé que
hace muchos días que no escribo, pero no creo que sea necesario contaros cuando
me despierto, qué como, lo que hago cada día con los niños, a qué hora me acuesto,
etc. ¡Sería un poco pesada! ¿No? Pero
hoy, sin embargo, tengo muchas cosas que escribir.
Esta
mañana hemos visitado Itapõa, una de las denominadas “ciudades satélites” que
hay próximas a Brasilia. Allí viven algunos de nuestros niños y sus familias se ofrecieron para que fuéramos a
conocer sus casas. Nos hacía mucha ilusión, las madres estaban estos días
contentas por que fuésemos, los niños nos preguntaban que cuándo íbamos a ir,
etc. Pero creo que no pensé en el factor negativo. Después lo entenderéis.
Cuando
iba en el coche, intentaba imaginarme cómo sería la “ciudad”, las casas, añadía
datos y cosas que las Hermanas me habían contado, la situación familiar y
económica de la familia… Más o menos tenía una fotografía creada en mi cabeza.
La primera casa que visitamos fue la de Leticia. Es una de las pequeñas del
proyecto y su madre casi todas las tardes viene a ayudarnos con los niños.
Desde el primer día tanto ella, como su hija, han sido muy agradables conmigo.
Una gran puerta de metal y un muro de hormigón nos dan la bienvenida a su casa.
Pero sorprendentemente es de esas casas que por fuera no parece gran cosas,
pero tengo que reconocer que por dentro estaba bastante bien. Ambas, junto con
su marido, nos han enseñado la casa y nos han ofrecido algún dulce y refresco. Con
ella nos hemos dirigido al resto de las casas. Itapõa tiene una calle principal
con comercios y el resto son calles, en las cuales, lo primero que se aprecia
son muros de cemento, pintados de distintos colores, que esconden las viviendas.
Las dos siguientes casas, de Dayana y el pequeño Kaique, eran muy pequeñas, con
una salita que hacía las funciones de salón, comedor, despensa y cocina; una
única habitación y un pequeño servicio. Apenas entrábamos. Pero en ambos
lugares, las madres han agradecido mucho la visita. Nos han ofrecido zumo o
frutas, alegando que nunca tenían visitas, que éramos las primeras.
Por
último hemos visitado la casa de los hermanos Raimison y Regina. Algunos ya
habréis visto alguna foto de ambos y sé que está mal decirlo, pero Raimison,
especialmente, es mi favorito. Tenía ganas de conocer su casa, su entorno, ayer
estuvimos bromeando si había limpiado o no su habitación, etc. El resultado no
ha sido el que yo esperaba, me ha dejado un mal sabor de boca y una reflexión
posterior. La casa, en cuanto a infraestructura, era la peor que habíamos visitado,
sin puertas, sin color en sus paredes, dos pequeñas habitaciones para cuatro
personas y una cocina. ¿Dónde está el baño? No tienen. Un pequeño grifo, una
cortina y un cubo cumplen todas las funciones de un servicio. En ese
momento tienes que disimular, todo esta bien, no te llama nada la atención, es
normal la situación…pero no lo es. En ningún momento me había recreado esa
imagen en mi cabeza e intentaba esconder mi asombro y mi tristeza.
Después
de visitar a las familias en Itapõa, en el trayecto a Brasilia recordé mis
visitas a los pueblos de la India. Sin duda la situación de pobreza en mucho
más impactante en aquel país, pero la gente que conocí no eran personas que
veía cada día, con las que compartía mis tardes. Eran familias que visitaba y allí
se quedaban, no las volvía a ver. Sin embargo, a estos niños los veo cada día y
si ya antes tenía claro cual era mi papel y estaba contenta con lo que hacía,
ahora puedo ratificar que no me arrepiento en absoluto de haber tomado la
decisión de venir a este proyecto durante dos meses, porque sé, que durante las
horas que están aquí son felices, olvidan sus problemas, juegan, cantan,
estudian, bailan y por unas horas SON NIÑOS.
Hasta
pronto
*la
palabra TIA la emplean los niños, de forma cariñosa, para hacer referencia a
las personas que son más mayores que ellos.
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